Cada año, un pingüino de Magallanes llega a la playa Provetá en Isla Grande (Río de Janeiro, Brasil), para visitar a alguien muy especial: el ser humano que le salvó al vida.
En 2011, Joao Pereira de Souza encontró a un pequeño pingüino a la orilla de la playa, casi inmóvil, lleno de petróleo, desorientado y desnutrido. El hombre brasileño lo llevó casa, lo cuidó, limpió, alimentó y hasta le puso nombre: DinDim. Cuando Joao consideró que DinDim se encontraba mejor y más fuerte, lo llevó a la playa y lo soltó.
Desde entonces cada junio DinDim regresa a la misma playa y pasa 8 meses a lado de Joao Pereira de Souza. Muchos consideran que el pingüino regresa a visitar a su salvador por el vínculo que crearon y para pasar unas vacaciones. Sin embargo, para varios biólogos, la situación es al revés, ya que DinDim pasa mucho tiempo en Isla Grande, y sólo sale “de viaje” de febrero a junio, es decir, en realidad vive con Joao y sale al mar 4 meses al año.
Según el biólogo João Paulo Krajewski, “es una historia hermosa porque el pingüino estaba en muy mal estado y a punto de morir cuando fue encontrado. Además, Joao Pereira de Souza ama el pingüino, le dio a DinDim una segunda oportunidad y el pingüino le trajo mucha felicidad a él”.
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