Es una de las aves más hermosas del mundo, considerada la más bella de nuestro continente y, al mismo tiempo, una de las más amenazadas.
La cacería, el tráfico ilegal, así como la pérdida de su hábitat natural, los bosques de niebla, ponen al Quetzal o Pharomacrus Mocinno al borde de la extinción.
El Quetzal es monógamo, vive en bosques tropicales y subtropicales, se alimenta de aguacatillos, insectos, moluscos, lagartijas y ranas; sus depredadores naturales son la tucaneta verde, las ardillas y otros mamíferos nocturnos, como los búhos, halcones y aguilillas, pero sobre todo los humanos que lo capturan para venderlo como mascota, sin saber que no sobrevive al cautiverio.
Los antiguos mexicanos ornamentaban penachos, estandartes y vestiduras de soberanos y sacerdotes con las plumas del quetzal, considerado símbolo de poder y de riqueza, de la fertilidad, de la abundancia y de la vida.
Quetzal proviene del náhuatl, “quetzalli”: cola de plumas brillantes, y del maya, pluma brillante y preciosa.
El ave más bella de América es una especie protegida no sólo en México. La Convención sobre Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES) establece la prohibición de traficar con ejemplares vivos o muertos o con productos o subproductos de quetzal, también se han establecido zonas protegidas para que los hábitats del Quetzal se salvaguarden.
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